miércoles, 14 de febrero de 2007

Tenía que llegar..................................... Erasmus

Todos sabíamos que esto iba a ocurrir, que un día pondría una foto de mi estancia en Francia y abriría la caja de Pandora de mis recuerdos. ¿Como es posible que fuera algo seguro y evidente? ¿Es que hemos desarrollado poderes mentales? En absoluto, que mas quisieramos. Lo que ocurre es que la experiencia Erasmus me marcó de forma profunda y duradera. Fué un escalón fundamental en la construcción de la persona que soy. Sólo el mudarme a Córdoba, emanciparme y entrar al mundo "adulto" han conseguido que deje de ser basicamente el que volvió desde Brest un lejano Junio de 1998. De hecho, uno de los escasos abalorios que consiento en portar es un triskel, sagrada espiral celtica de origen solar. Brest significó para mi la libertad más total y absoluta, una sensación embriagadora. En una residencia con 800 estudiantes de varias decenas de paises, nadie conocido a 2000 km. y dinero para mantenerme un año de sobra, me pude plantear desde el comienzo un año Erasmus de experimentación y disfrute. Por lo pronto, decidí que perder un curso academico no era ningun problema, aunque al final sólo perdí medio, porque hubo asignaturas muy interesantes. Por lo demas, decidí que en semejante coyuntura, y si no quería limitarme a ser un extranjero entre extranjeros, tenía que echarle cara. Eso hice. No es dificil, allí culquiera tiene cara, porque son reservados, como buenos guiris. Me fuí (se que he contado esta anecdota mil veces, pero os jodeis, es mi bitacora, si no os gusta no la leais [Es un decir, os sigo apuntando con mi arma]) siguiendo el sonido de una canción de Celtas Cortos (aun eran un buen grupo y Cifuentes, menos tonto) hasta la puerta del fondo a la derecha de mi amado y tetrico pasillo. Allí llamé y me abrio mi primer amigo francés, Ludo, que aquí podemos ver pasando un rato conmigo en la habitación de Arnaud. Algunos lo conoceis porque estuvo en Cádiz ese mismo verano. Sé que Arnaud es más conocido, vino dos veces y la segunda se llegó a convertir en parte del paisaje humano veraniego. Ademas, conoció casi todas las casas de los colegas de Cádiz. Pero Ludo es un tio de putisima madre, un breton de campo, que vive en una granja sobre una colina mirando al ventoso Canal de la Mancha y que habla con su padre en bretón, para no perderlo. Conocer esa casa y a su familia, fue una de las cosas que gané aquel día que me atreví a llamar a su puerta. Fueron muchas, pero no quiero intentar siquiera recogerlas de una vez. Prefiero irlas desgranando como proceso de reflexión y recuerdo en estos pixeles que leeis. To be continued....

lunes, 12 de febrero de 2007

Once upon a time...



Erase que se era un joven y apuesto mozo que cumplió los dieciocho años y, tras mucho torturar a su pobre padre, consiguió que le mandaran un mes a Inglaterra, la perfida Albión de los libros de piratas. Era mi primera salida al extranjero de verdad, solo y para un tiempo considerable. Era mi primera escapada. Cierto que me quedaba en casa de una familia donde la madre era de Cádiz, y donde tenía clase de ingles, pero todo era tan nuevo... He dicho solo y no es cierto, mi prima Bea, con el gen Fernández de cogerlas al vuelo, decidió que era su propia oportunidad y cameló al padre con aquello de "si voy a estar con el primo Ramón". Asi que se vino, pero eso solo me dió algo de compañia sin cortarme lo mas minimo. Si, queridos lectores, vuestro amigo Ramón también fue joven una vez. En estas lineas que tan fervientemente leeis (seguid leyendo, os estoy apuntando), hemos saltado nada mas y nada menos que a 1994, el siglo pasado. Se me ve tan delgadito, con mi pelo rojo y medio largo. Estoy al borde del orgasmo friki, porque me hallo en el British frente a unos murales asirios de mas de 2500 años de antiguedad y esas cosas me ponen cachondo, ya sabeis. Sólo Ross Geller podría entenderme, pero que vamos a hacerle, si es ficticio. Esta imagen representa el comienzo de mi vocación internacional y guirofila, que tantos buenos momentos me ha traido, y también el habito de moverme solo, de irme de excursiones culturetas con mi musica y mi guia o sin ella. Aunque solitarios, esos momentos de descubrimiento siempre me han dejado hechizado, preso no sólo de la maravilla que estaba contemplando sino también del silencio interior en que los conocí, incapaz de comunicarlo con nadie, puesto que solo me hallaba. La experiencia quedó cerrada con matricula cuando volví con Isa y Cuchon a ver los mismo murales, pero 12 años despues, siendo arqueologo, no estudiante de COU. En cierto sentido fue como visitarme a mi mismo doce años despues, para comprobar los cambios. ¿Y sabeis que? Aunque todo es mejorable, me gusta como ha salido la cosa en general.

domingo, 11 de febrero de 2007

Il mio fratello

Esta foto representa la calma tras la tempestad. Estabamos en la Granja de San Ildefonso, cerca de Segovia, y habiamos ido para ver nieve, que en Segovia apenas había esa tarde, el mismo día que llegamos. Al día siguiente caería una gran nevada sobre nosotros cuando estabamos junto al acueducto, pero claro, no podiamos saberlo. Nos fuimos Isa, Pablo y yo, dejando a nuestros viejos en la casa del amigo donde acampábamos todos. En la Granja tan sólo había una pequeña capa de nieve, pero los tres, con la energía de los sueños infantiles sin satifacer, nos tiramos nieve como salvajes durante más de una hora. Con 26 y 29 años, respectivamente, mi hermano y yo tuvimos nuestra primera batalla de bolas de nieve. Yo había podido hacerlo unos años antes en la pequeña e insulsa, pero muy conocida, ciudad de Saarbrücken, pero fué con desconocidos, salvo por el bueno de Ruli. Asi que comprendereis nuestro entusiasmo. Para Isa y Pablo era su primera nevada y para Isa la primera vez que estaba en la nieve. Aquella tarde, en que nos emborrachamos de infancia y despreocupación, fue pasando a golpes de nieve y cuando quisimos darnos cuenta ya habían cerrado los jardines de la Granja, que era uno de nuestros supuestos objetivos y que hubiera sido una visita memorable. Pero no nos arrepentimos, yo no me arrepiento, porque aunque tiritando y asfixiados, jugamos y nos revolcamos como cachorrillos frente a la madriguera. Luego un canuto en el banco de la foto y un chocolate caliente, aquella brillante y fria tarde pasó como una resaca leve, dejandonos un regusto a epocas en blanco y negro, vistas en peliculas de los sabados por la tarde, con los pies en la copa de casa de la abuela. Aquella comunión con mi hermano e Isa y con nuestros sueños de antaño hizo que esa tarde quedara claramente como uno de los grandes momentos (de los buenos) que he vivido con el pavo buitre (Visite Scanea2.blogspot.com) y con Isa, mi amada compañera.